lunes, 7 de enero de 2013

¿Cómo funcionan los odres?


Eolo, hijo de Posidón, es identificado en la Mitología Clásica como el ?Señor de los Vientos?. Habitaba en la región central de las islas Eolias, donde tenía encadenados a los Vientos en un antro profundo y tenebroso, gobernándolos con absoluto dominio, pues las divinidades le habían concedido la facultad de excitarlos, o bien apaciguarlos a su capricho. 

Considerado ocasionalmente como dios, y generalmente como rey o señor de los Vientos, se le representa empuñando un cetro, símbolo de su autoridad, y a su lado se agitan los Vientos, genios inquietos y turbulentos que se estremecen y oscilan sin descanso.

 Eolo, Señor de los Vientos

Los ocho Vientos tienen su origen en la unión del titán Astreo y la aurora Eos, aunque a veces se les reconoce como hijos del monstruo Tifón. Representados en la Torre de los Vientos de Atenas, edificio octogonal en cada una de cuyas caras figura uno de ellos, tenían las siguientes cualidades: 

Bóreas o Aguilón, viento violento del norte procedente de Tracia, raptor de doncellas y origen del frío, la nieve y las tempestades. Es representado con cuerpo de hombre terminado en cola de serpiente.
Kaikias, viento del nordeste.
Apeliotés o Ros, viento del este, el cruzado, el que curvaba los rayos del sol.
Euros, viento del sudeste.
Notos, viento del sur, es el indeciso.
Lips, viento del sudoeste.
Zéfiros, viento del oeste, es el amable y perfumado; junto con su esposa Cloris, trae la primavera y su hijo es el Arco Iris. Juntos calman a Bóreas.
Skirón, viento del noroeste.
Las Brisas, son hijas de Bóreas y las yeguas celestes.

Eolo, considerado bien como dios o como monarca, juega un importante papel en la poesía clásica, y aparece por primera vez en La Odisea de Homero:

Cuando Ulises, en el curso de sus viajes, abordó la isla de Eolia, fabulosa isla flotante de roca y rodeada por una muralla de bronce, Eolo le recibió cordialmente y le retuvo junto a él un mes entero (*). Al partir el héroe, le entregó un odre de piel de carnero cerrado con una argolla de plata en el que estaban encerrados todos los vientos menos uno, el que debía empujar a su nave para que pudiese llegar a Ítaca. Pero en plena navegación, a los diez días de la partida y mientras Ulises dormía, sus compañeros, creyendo que el odre contenía vino, lo abrieron imprudentemente. Los vientos escaparon entonces con tal violencia, que desencadenaron una tempestad que volvió a empujar a la nave hasta la costa de Eolia. Pero esta vez, su rey Eolo, creyendo ver en lo acaecido una traición, entró en cólera contra Ulises y sus compañeros, y les expulsó de la isla, volviendo errantes al mar.


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